martes, 23 de enero de 2018

Alergia

Un día de enero (qué importa el número) amanecí con ardor en los brazos. Estaban rojos y picaban. Lo dejé pasar durante el día (igual y esa leche ya no servía), pero durante la noche comenzaron a picar más.

El siguiente día de ese enero amanecí peor: El color rojo se había extendido hasta el pecho y ahora mi cuerpo estaba intervenido por una franja de fuego pintado. Ya no lo podía dejar pasar.
La doctora dijo que era alergia y que desaparecería con una (muchas, de hecho) pastilla; después de dos días, las pastillas sólo sirvieron como revelación: La alergia no era física.

Revisé lo sucedido días antes:
Me enamoré.

Me enamoré y dejé que tu cabeza estuviera en mis brazos. Dejé que tu cabello reposara sobre mi pecho, y me enamoré.

Ahora mi cuerpo me reclama más de ti. Aquellas partes en llamas de mi cuerpo que convivieron contigo, necesitan reencontrar el fuego del que se escaparon: Tú.

Pero tú no estarás ahí,
y mi cuerpo se quemará.
El inicio placentero de lo caliente del fuego se tornará en un agresivo incendio que consumirá mi ser. Mis brazos, mi pecho... Después mi cara y mis piernas. Consumirá todo sin piedad, hasta el último cabello que pretenda escaparse del desastre.

Porque no estarás ahí para calmar el fuego.
Porque no estarás ahí para dosificar el fuego.
Porque no estarás ahí.

Porque no estarás ahí.

lunes, 13 de febrero de 2017

La noche de los mil pensamientos.


Esta noche dormiré lejos de tus brazos otra vez.

Me pregunto: ¿Por qué no estás aquí?

¿Cuán diferente sería todo si estuvieras aquí?

Dormiría entre tus alas o tú entre las mías. Descansaríamos acurrucados, como si aves fuéramos. Nuestros sueños se fusionarían: en uno se convertirían. Estaríamos ambos en la mente del otro, incluso dormidos. Durante el sueño, mi almohada sería tu pecho. Tu respiración sería mi alivio. Tus abrazos serían mis sábanas; impedirían que llegara a mí el frío, cubriendo a mis brazos. Tus piernas mis calentadores pier-sonales. Un beso en medio del sueño: no importaría que me despertara, porque sería la mejor forma en la que alguien puede despertarse durante la madrugada. De repente, una vez reconciliado el sueño, sentir una de tus piernas abrazando a las mías. Para algunos es incómodo, pero a mí me reconfortaría. Tal vez te levantes, y entonces me asuste por estar sin ti, pero sería sólo un gesto de amabilidad: regresar junto a mí. Tal vez se entuma tu brazo, por acolchonar mi cabeza, y simplemente decidas no moverlo para no molestar mi descanso. Tal vez tengas calor y quieras más separado estar, pero al verme dormir junto a ti, lo prefieras soportar. Tal vez se redujo mi espacio en la cama, y ahora, dormido, te has expandido, pero no me molestaría si eso me hace estar más cerca de ti.


Tal vez podríamos estar aquí juntos, en esta cama, cerca de nuestros brazos, una vez más.

¿Pero qué hago pensando en ti?



 Si un pensamiento más llega a mí, iré volando a tus brazos.

martes, 10 de enero de 2017

Extrañarnos.


¿Me extrañas? ¿Te acuerdas de mí? ¿Me piensas como yo te pienso a ti? ¿O es que acaso ya te olvidaste de todo? De las rosas, de los dulces, de los paseos… Y de aquellas más privadas: Los abrazos, los besos y todo aquello que viene después. ¿Cómo se olvida? Y, aún más importante, ¿por qué te guardaste el secreto de cómo hacerlo? ¿De verdad era tan difícil compartirlo conmigo? Ahora sólo me pregunto qué haré con esto, con los tatuajes que dejaste impregnados en mi cuerpo, con tu olor que todavía vive en mí. ¿Qué hago con las sobras del amor que me dejaste?


Pero… ¿Y si me extrañas tanto como yo a ti? ¿Y si me piensas como yo te pienso a ti? ¿A qué estamos jugando, entonces?




Extráñame; piénsame, o haz algo conmigo. Yo ya no tengo el valor para hacer nada.




lunes, 9 de enero de 2017

Qué extraño.

Extraño.

Qué extraño.

Te extraño.


Las noches siempre son frías, pero ahora que tú no estás, lo son más. Te pienso, te imagino, pero nada es lo mismo. Nada es suficiente. Nada es suficiente para detener a mi cuerpo cuando tiembla; nada nunca lo fue, excepto tus brazos. Aquellos largos brazos que me rodeaban como rodean unos brazos cuando aman. Y recuerdo mi cuerpo ahí dentro, mi pequeño cuerpo, siendo apretujado por ti. A veces lo asfixiabas, pero no importaba. No importaba morir entre ti. Y después, cuando me soltabas, nuestras sonrisas se encontraban y el mundo alrededor desaparecía. Éramos tú y yo sonriéndonos. Viéndonos. Yo era frágil estando frente a ti y tú eras fuerte. A veces era al revés, pero siempre nos cuidábamos. Nos procurábamos. Las noches cada vez se volvían más frías y por muchos momentos pensé que eso sería bueno, pero no. Mis pequeños brazos no alcanzaban a cubrirte cuando tenías frío. Mi calor dejó de ser suficiente para tu cuerpo. Comenzaste a usar colchas, comenzaste a taparte con suéteres, con bufandas y con gorros. Alguna vez te vi usar guantes, porque tus manos siempre fueron más grandes que las mías y yo no lograba calentarlas. Veía cómo pasaba, pero incluso así lo intentaba. Llegó el frío diciembre, aquel frío con el que no pudimos más. Ni tú ni yo. Tú te fuiste y yo me congelé. Quedé varado en aquel lugar, en aquella habitación sin poder moverme. Más débil que nunca, más frío que nunca, más muerto que nunca. Ni siquiera sentí tus brazos alrededor de mí. Debe ser por eso… Sí; qué extraño, debe ser por eso. Debe ser por eso, debe ser por eso, debe ser por eso…







miércoles, 20 de enero de 2016

Poesía matutina mientras sucede la espera.

Poesía matutina mientras sucede la espera:

No quiero a nadie más que no seas tú;
No quiero a nadie más para mirar las estrellas;
No quiero a nadie más para reír;
No quiero a nadie más para abrazar;
No quiero a nadie más para hacerle hot cakes;
No quiero a nadie más para que me consuele cuando lo necesito;
No quiero a nadie más para mirar a los ojos;
No quiero a nadie más para besar;
No quiero a nadie más para tomar de la mano;
No quiero a nadie más para ser feliz;
No necesito a nadie más.

Te quiero a

ti.

domingo, 27 de septiembre de 2015

En ese bar.

Por un momento me volví nada, dejé de sentir, dejé de creer. Por un instante, otra vez, me hice más pequeño de lo que ya soy. Por un rato, y sólo por un rato, dejé de existir, otra vez.

No estaba yo ahí. No ocupaba ningún lugar dentro de ese bar.

¿A dónde me fui?

¿A dónde se fue mi cuerpo?

No quedaba nada de mí en el recinto...

Para ser honestos, ni siquiera recuerdo haber entrado siendo alguien. Tal vez sólo entré por querer ser contigo, ahí, dentro de ese bar.

Pero no, no fui nadie ahí, no pude serlo por más que quise...

De todas formas, ¿dónde soy alguien?

¿Dónde valgo?

No ahí, no en ese bar junto a ti.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Me sobra cabello.


Me sobra cabello, pero también me sobran calles para caminar. Me sobra cabello y me sobra amor, porque siempre ando regándolo por ahí. Me sobra cabello y me sobra odio. Me sobra cabello y me sobra el hambre. Me sobran ganas de bailar, me sobran cosas por escribir. Me sobran horas para dormir. Me sobra música por escuchar pero me falta tiempo para hacerlo. Me sobra interés y me sobran intenciones.

Me sobra cabello pero soy incapaz de cortarlo, porque es una parte de mí. Me sobra cabello y a veces me sobra sueño otras veces estoy acostando intentando conciliarlo pero mi cabello seduce a mis ojos y no puedo cerrarlos. Me sobra cabello y me sobra tristeza.


Me sobra cabello y me sobras tú, pero no sé cuál de los dos es más difícil de cortar.